Mónica Nepote escala la montaña de otros lenguajes
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Mónica Nepote escala la montaña de otros lenguajes
La ganadora del Premio Xavier Villaurrutia 2025 visitó la Casa ITESO Clavigero para participar en la Cátedra Magis de Literatura con una charla en la que compartió recuerdos de la infancia, su experiencia con el montañismo, su búsqueda de lenguajes y cómo esto se entrevera en su oficio literario.
Édgar Velasco
Mónica y Cristina corren por lo que parece ser un campo, pero es, en realidad, una anomalía: es un terreno baldío en la frontera de lo que en ese entonces era el fin de la ciudad, antes de desaparecer entre capas de asfalto y toneladas de concreto. La imagen, a la que Mónica Nepote regresa con frecuencia, “es el retrato de la felicidad que alguna vez toqué”. La foto sirvió como punto de partida para arrancar la conferencia “Extender la mano para tocar otros lenguajes”, con la que la escritora participó en la Cátedra Magis de Literatura, que tuvo la Casa ITESO Clavigero como escenario y el XXIII Festival Cultural Universitario como marco.
Mónica Nepote (Guadalajara, 1970), escritora, editora y montañista, comenzó leyendo un texto a partir de la foto de la infancia que era proyectada en el fondo del escenario. Durante la lectura reflexionó sobre la infancia —“vuelvo a la imagen y vuelvo a capturar un instante que está dejando de ser”—, sobre los recuerdos —“así como está borrosa esta imagen [una vista aérea de la ciudad] así también está la memoria”—, sobre las caminatas —“caminamos por el mundo con la percepción guiada por nuestros pies”, dijo citando a Walter Benjamin—. Acercándose al título de la conferencia, dijo que “afuera el mundo es puro lenguaje” y concluyó la lectura agregando que “en el presente asistimos al derrumbe del edificio de la excepcionalidad humana”, una idea a la que habría de regresar un par de veces más a lo largo de su exposición.
Una vez concluida la lectura, la charla caminó —en sentido figurado, pero casi literalmente— de manera más relajada. El tono lo trazó otra imagen proyectada: un meme en tamaño gigante en el que un puercoespín arriba de una lancha invita a un conejo y un castor: “Suban, vamos a evadir la realidad”, decía la leyenda del que, dijo Nepote, era su meme favorito. Y comenzó la caminata.
La ganadora del Premio Xavier Villaurrutia compartió cómo hace diez años se volvió montañista. Era, explicó, una suerte de búsqueda: su hermano Jorge había muerto en 1968 escalando el Iztaccíhuatl. Con esa presencia fantasmal, Mónica Nepote subió a la montaña y, dijo, “descubrí lenguajes y códigos que era incapaz de hablar y de descifrar. Me descubrí profundamente ignorante. Caminando en la montaña tuve la percepción de ir caminando con un fantasma detrás de mí, con presencias que escapan a las formas de percepción que propaga Occidente”.
La caminata por la montaña le permitió darse cuenta, mencionó, de que “el lenguaje está más allá de las ideas que yo podía tener. El lenguaje no es sólo humano: está en todas partes”. Esa es la idea de fondo cuando habla del derrumbe de la excepcionalidad humana: “No sólo los seres humanos pueden pensar, sentir, expresarse”. Como ejemplo, propuso la historia de Jane Goodall, quien fue invitada a estudiar chimpancés porque no era científica y no contaba con el que describió como “el prejuicio de la ciencia”. Ella, Goodall, escribió un artículo sobre cómo los chimpancés usaban herramientas de manera cotidiana, algo que se creía excepcionalmente humano. Y en ese mismo sendero compartió las investigaciones de Suzanne Simard, quien en 1997 publicó en la revista Nature un artículo en el que proponía que, contrario a lo que se sabía y se daba por hecho, los árboles se comunicaban entre sí a través de algo que fue descrito como “el internet del bosque”, haciendo uso de las redes fúngicas.
“Estamos rodeados de lenguaje. Hay toda una comunicación del mundo vegetal que no podemos imaginar; hay conversaciones entre las aves”, dijo Nepote y explicó que hay quien afirma que un cuervo puede decirle a otro si cerca hay un gato gordo, por ejemplo. “Es fascinante cómo estamos rodeados de códigos que suceden estemos conscientes de ellos o no. Muchos nos serán ajenos durante todo nuestro tránsito por este mundo”, mencionó.
Todo esto ha permeado su trabajo como escritora, en el que ha venido investigando sobre “las formas en que queremos habitar el mundo en un momento de crisis, de desaliento. ¿Qué lenguaje es necesario hacer nacer para habitar los territorios que habitamos; para sentir la cohabitación con otros seres; para dar otro sentido a las narrativas que nos son impuestas, más utilitarias, consumistas, de tecnosoluciones y de obsolescencia programada?”. La clave, dijo Nepote, está en “subrayar la posibilidad que nos enseñan el camino y el ejercicio de caminar, en escuchar los relatos de los territorios”.
En este punto, compartió otra anécdota: durante una estancia en Colombia, se encontró un cartel con una frase que la interpeló de manera profunda: “El territorio se pega a mi espíritu a través del relato de sus habitantes”. Esto dio pie a otro proyecto: la grabación de paisajes sonoros, de los cuales compartió un par de ejemplos. En uno de ellos, titulado “Debajo del ocoxal alguien conversa”, documenta los sonidos y la charla de las y los hongueros con quienes subió a la montaña. Esta otra exploración la llevó a otras reflexiones y a “cuestionar cómo nos relacionamos con la naturaleza. ¿Dónde está esa naturaleza en las ciudades, dónde está nuestra relación con ella, por qué no la tenemos?”.
Y planteó más preguntas: “¿Cómo podemos contribuir a la preservación de lenguajes y a la preservación del mundo? El lenguaje nos sirve para frasear ideas del futuro, pero nos han secuestrado las ideas del futuro”, dijo Mónica Nepote y agregó que “el lenguaje es la posibilidad de abrir el cuerpo a otras formas de existencia”.
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